Biografías No Autorizadas
No todo es lo que parece. Todos sabemos que nunca podemos terminar de conocer a una persona, y, menos aún, si esta persona tiene cosas que ocultar.
Luego de un buceo exhaustivo por las vidas de los integrantes de este equipo, creo que estoy en condiciones de hacerles llegar el fruto de tal investigación...
Las Biografías No Autorizadas de Handball Sociales (BNAHS).
Secretos, situaciones vergonzosas, sus orígenes, sus amores, citas de diarios íntimos... Lea lo que ningún jugador quiere que usted sepa... Biografías No Autorizadas de Handball Sociales.
Testimonios de amigos de la infancia, entrevistas con profesores de secundaria, anécdotas relatadas por ellos mismos capturadas por cámaras ocultas.
Léalas antes de que tengan que desaparecer de Internet!!
Biografías No Autorizadas de Handball Sociales.
Aquí les alcanzo los frutos de una de mis investigaciones.
Francisco Sosa:
A quién no le ha llamado la atención su increíble parecido con el estereotipo de Mesías de la sociedad católica moderna? Y sus providenciales apariciones siguiendo sus propias reglas? Y su estilo único de elevación-suspensión en el aire? Ese coro angelical no puede ser fruto de la imaginación, por lo que este investigador se subió a su bicicleta (a la de Francisco, puesto que yo no tengo) y pedaleó los kilómetros que lo separaban de Aeroparque para tomar su Jet privado (ahora sí el mío, Francisco no tiene) y surcar el cielo argento para aterrizar en Río Gallegos, ciudad natal de quien nos ocupa en este momento. He de señalar, también, que no fue solo Francisco quien motivó mi llegada a esta ciudad tan austral. Ya se enterarán de quién hablo en otra entrega.
Una vez que me encontré allí, en la ciudad K, me dirigí al Colegio Recontrasuperior de Artes Oscurantistas y Católicas, de donde, supuse, tenía que haber estudiado el mesiamórfico objetivo de esta investigación. Mi intuición, como es costumbre, me engañó. Los encapuchados con guadañas, hoces, crucifijos y un par de AK 47 cada uno me indicaron la salida de un modo bastante poco amable. Vayan mis cobardes maldiciones a ellos y sus familias.
Para hacerlo más simple y directo fui hasta el concejo escolar de la ciudad y revisé las promociones hasta encontrar el secundario de donde Francisco había egresado. Cuando llegué, la fachada de la escuela me erizó hasta los pelos de arriba de los dedos de los pies (también tengo pelos abajo, pero no me asusté tanto). El motivo se los develaré más adelante, no quiero adelantar nada.
Me adentré y caminé por los pasillos oscuros, iluminados por tenues antorchas ubicadas en las puertas de las aulas. La escalera que llevaba al primer, segundo y tercer piso estaba iluminada por tubos flourescentes de diversos colores, lo que contrastaba con el lúgubre pasiaje del pasillo, pero no le daba un aspecto más amigable por eso.
"Preceptoría" rezaba el cartel ubicado sobre la mayor de las puertas. 5 metros de altura para una intimidante obra de arte de las aberturas. La empujé usando todas mis fuerzas, pero desistí de mis intentos luego de la segunda hora de forcejos inconducentes. Miré hacia mi derecha y vi un cartel que me permitió entrar: "Tire".
El ambiente de la preceptoría era comparable con un laboratorio europeo o con el cuarto subsuelo del pentágono, con sus paredes tapizadas de computadoras y fetos extraterrestres enfrascados y mantenidos en formol. Eso sin contar el corral lleno de ovejas clonadas, un hamster de increíbles proporciones, una mosca refutando la teoría de la relatividad y un póster de Benedicto XVI.
Me acerqué a un escritorio y me bastó con pronunciar el nombre "Francisco Sosa" para que todo se detuviera en el acto, puesto que tengo una pésima costumbre de cruzar mis piernas sin mirar dónde las tengo apoyadas, por lo que desenchufé todo. Una vez arreglado el pequeño incidente, no sin tener que lamentar la muerte de cuatro ovejas y la de la mosca patilluda, las miradasde todos los que se encontraban ahí se mantenían fijas en mí. Y no por la patada que le había asestado al enchufe ni por el enorme grano que se ubicaba por aquellos días en mi frente. La sola mención de quien nos interesa en este momento hizo que todos no pudieran ocultar cierto nerviosismo. Utilizando mis años de experiencia (intenté convencerlos de buena manera, pero tuve que llegar a agredirlos físicamente y hasta tuve que matar a la directora del establecimiento cuando quiso llamara a la policía), logré que ellos compartieran conmigo los sucesos que habían compartido con "Él", puesto que así lo nombraban. Y mis sospechas al entrar al establecimiento se desiparon por completo, para dar paso, como siempre, a nuevos interrogantes.
Me explicaron que un día entró a la secundaria y nadie tenía ningún tipo de información sobre su pasado. Entró caminando tranquilamente, sin preocuparse por la hora, puesto que ya venía mostrando su increíble capacidad para llegar tarde a cualquier lado. Le tomaron un exámena para saber qué nivel de instrucción tenía y así saber en qué año debía estar Él para comenzar a cursar. Comenzó en quinto año y recién en el último trimestre para que conociera a sus compañeros antes de egresar. Su sabiduría aprecía infinita y sus aptitudes deportivas eran inmejorables, puesto que era capaz de correr a velocidades increíbles.
"Llegó a correr sobre el agua" acotó un hombre, al que supongo el secretario de la escuela, sin dejar de amacarse nerviosamente en su silla y encendiendo el octavo cigarrilo desde mi entrada a aquel recinto (10 minutos atrás).
Sus excelentes calificaciones y su físico increíblemente ágil y poderoso no hacían más que complicar mi trabajo, el de aclarar los orígenes de este (cada vez más) enigmático personaje. Pedí que me dijeran dónde podía hablar con alguien más que supiera cosas de él y me dieron la dirección que Él había dado al llegar a inscribirse. Grande fue mi sorpresa al llegar al lugar, el 666 de la calle Odnum Le Aranimod Natas, y no encontrar otra cosa que una Iglesia. Justo llegué cuando el Obispo Buccolini estaba de visita, lo que facilitó mis averiguaciones. Simplemente tuve que esperar que los chicos del jardín de infantes "La Monja Alegre" salieran del confesionario (eran unos 20 chicos y, por lo que llegué a dilucidar, debían ser grandes pecadores, porque estaban cerca de media hora cada uno) para disponer del tiempo de unos risueños sirvientes del Señor.
Pero otra vez la mención del nombre de mi investigado llegó un silencio sepulcral y una oscuridad repentina. Yo y mi maldita costumbre de patear cables y preguntarles a los vitreaux. Me dirigí a los Sacerdotes de verdad y formulé mi pregunta. "Al fondo a la derecha" fue la respuesta y yo por fin pude evacuar mi vejiga que amenazaba con estallar.
Volví al altar y al divisar a otro contingente de estudiantes, esta vez de primer grado de la escuela "Vestal Lust" , apresuré mis averiguaciones y les pregunté qué sabían de Francisco Sosa. Y el Obispo me apartó y me dijo que no debía andar preguntando sobre Él a cualquiera, puesto que mucha gente todavía le tenía miedo y que por eso lo habían expulsado de la ciudad. El Obispo habló conmigo por 10 minutos y aclaró todas mis dudas y pude, por fin, dedicarme a investigar al otro integrante originario de aquella ciudad.
Antes de cerrar este realto, obviamente, he de compartir con ustedes lo que me dijo el Obispo y asociarlo con lo que vi al entrar en su escuela, en su secundario, en ese crucifijo vacío, en el que solo quedaban las estacas desde aquél día en que Francisco entró a la escuela con sus manos y pies ensangrentados.
Luego de un buceo exhaustivo por las vidas de los integrantes de este equipo, creo que estoy en condiciones de hacerles llegar el fruto de tal investigación...
Las Biografías No Autorizadas de Handball Sociales (BNAHS).
Secretos, situaciones vergonzosas, sus orígenes, sus amores, citas de diarios íntimos... Lea lo que ningún jugador quiere que usted sepa... Biografías No Autorizadas de Handball Sociales.
Testimonios de amigos de la infancia, entrevistas con profesores de secundaria, anécdotas relatadas por ellos mismos capturadas por cámaras ocultas.
Léalas antes de que tengan que desaparecer de Internet!!
Biografías No Autorizadas de Handball Sociales.
Aquí les alcanzo los frutos de una de mis investigaciones.
Francisco Sosa:
A quién no le ha llamado la atención su increíble parecido con el estereotipo de Mesías de la sociedad católica moderna? Y sus providenciales apariciones siguiendo sus propias reglas? Y su estilo único de elevación-suspensión en el aire? Ese coro angelical no puede ser fruto de la imaginación, por lo que este investigador se subió a su bicicleta (a la de Francisco, puesto que yo no tengo) y pedaleó los kilómetros que lo separaban de Aeroparque para tomar su Jet privado (ahora sí el mío, Francisco no tiene) y surcar el cielo argento para aterrizar en Río Gallegos, ciudad natal de quien nos ocupa en este momento. He de señalar, también, que no fue solo Francisco quien motivó mi llegada a esta ciudad tan austral. Ya se enterarán de quién hablo en otra entrega.
Una vez que me encontré allí, en la ciudad K, me dirigí al Colegio Recontrasuperior de Artes Oscurantistas y Católicas, de donde, supuse, tenía que haber estudiado el mesiamórfico objetivo de esta investigación. Mi intuición, como es costumbre, me engañó. Los encapuchados con guadañas, hoces, crucifijos y un par de AK 47 cada uno me indicaron la salida de un modo bastante poco amable. Vayan mis cobardes maldiciones a ellos y sus familias.
Para hacerlo más simple y directo fui hasta el concejo escolar de la ciudad y revisé las promociones hasta encontrar el secundario de donde Francisco había egresado. Cuando llegué, la fachada de la escuela me erizó hasta los pelos de arriba de los dedos de los pies (también tengo pelos abajo, pero no me asusté tanto). El motivo se los develaré más adelante, no quiero adelantar nada.
Me adentré y caminé por los pasillos oscuros, iluminados por tenues antorchas ubicadas en las puertas de las aulas. La escalera que llevaba al primer, segundo y tercer piso estaba iluminada por tubos flourescentes de diversos colores, lo que contrastaba con el lúgubre pasiaje del pasillo, pero no le daba un aspecto más amigable por eso.
"Preceptoría" rezaba el cartel ubicado sobre la mayor de las puertas. 5 metros de altura para una intimidante obra de arte de las aberturas. La empujé usando todas mis fuerzas, pero desistí de mis intentos luego de la segunda hora de forcejos inconducentes. Miré hacia mi derecha y vi un cartel que me permitió entrar: "Tire".
El ambiente de la preceptoría era comparable con un laboratorio europeo o con el cuarto subsuelo del pentágono, con sus paredes tapizadas de computadoras y fetos extraterrestres enfrascados y mantenidos en formol. Eso sin contar el corral lleno de ovejas clonadas, un hamster de increíbles proporciones, una mosca refutando la teoría de la relatividad y un póster de Benedicto XVI.
Me acerqué a un escritorio y me bastó con pronunciar el nombre "Francisco Sosa" para que todo se detuviera en el acto, puesto que tengo una pésima costumbre de cruzar mis piernas sin mirar dónde las tengo apoyadas, por lo que desenchufé todo. Una vez arreglado el pequeño incidente, no sin tener que lamentar la muerte de cuatro ovejas y la de la mosca patilluda, las miradasde todos los que se encontraban ahí se mantenían fijas en mí. Y no por la patada que le había asestado al enchufe ni por el enorme grano que se ubicaba por aquellos días en mi frente. La sola mención de quien nos interesa en este momento hizo que todos no pudieran ocultar cierto nerviosismo. Utilizando mis años de experiencia (intenté convencerlos de buena manera, pero tuve que llegar a agredirlos físicamente y hasta tuve que matar a la directora del establecimiento cuando quiso llamara a la policía), logré que ellos compartieran conmigo los sucesos que habían compartido con "Él", puesto que así lo nombraban. Y mis sospechas al entrar al establecimiento se desiparon por completo, para dar paso, como siempre, a nuevos interrogantes.
Me explicaron que un día entró a la secundaria y nadie tenía ningún tipo de información sobre su pasado. Entró caminando tranquilamente, sin preocuparse por la hora, puesto que ya venía mostrando su increíble capacidad para llegar tarde a cualquier lado. Le tomaron un exámena para saber qué nivel de instrucción tenía y así saber en qué año debía estar Él para comenzar a cursar. Comenzó en quinto año y recién en el último trimestre para que conociera a sus compañeros antes de egresar. Su sabiduría aprecía infinita y sus aptitudes deportivas eran inmejorables, puesto que era capaz de correr a velocidades increíbles.
"Llegó a correr sobre el agua" acotó un hombre, al que supongo el secretario de la escuela, sin dejar de amacarse nerviosamente en su silla y encendiendo el octavo cigarrilo desde mi entrada a aquel recinto (10 minutos atrás).
Sus excelentes calificaciones y su físico increíblemente ágil y poderoso no hacían más que complicar mi trabajo, el de aclarar los orígenes de este (cada vez más) enigmático personaje. Pedí que me dijeran dónde podía hablar con alguien más que supiera cosas de él y me dieron la dirección que Él había dado al llegar a inscribirse. Grande fue mi sorpresa al llegar al lugar, el 666 de la calle Odnum Le Aranimod Natas, y no encontrar otra cosa que una Iglesia. Justo llegué cuando el Obispo Buccolini estaba de visita, lo que facilitó mis averiguaciones. Simplemente tuve que esperar que los chicos del jardín de infantes "La Monja Alegre" salieran del confesionario (eran unos 20 chicos y, por lo que llegué a dilucidar, debían ser grandes pecadores, porque estaban cerca de media hora cada uno) para disponer del tiempo de unos risueños sirvientes del Señor.
Pero otra vez la mención del nombre de mi investigado llegó un silencio sepulcral y una oscuridad repentina. Yo y mi maldita costumbre de patear cables y preguntarles a los vitreaux. Me dirigí a los Sacerdotes de verdad y formulé mi pregunta. "Al fondo a la derecha" fue la respuesta y yo por fin pude evacuar mi vejiga que amenazaba con estallar.
Volví al altar y al divisar a otro contingente de estudiantes, esta vez de primer grado de la escuela "Vestal Lust" , apresuré mis averiguaciones y les pregunté qué sabían de Francisco Sosa. Y el Obispo me apartó y me dijo que no debía andar preguntando sobre Él a cualquiera, puesto que mucha gente todavía le tenía miedo y que por eso lo habían expulsado de la ciudad. El Obispo habló conmigo por 10 minutos y aclaró todas mis dudas y pude, por fin, dedicarme a investigar al otro integrante originario de aquella ciudad.
Antes de cerrar este realto, obviamente, he de compartir con ustedes lo que me dijo el Obispo y asociarlo con lo que vi al entrar en su escuela, en su secundario, en ese crucifijo vacío, en el que solo quedaban las estacas desde aquél día en que Francisco entró a la escuela con sus manos y pies ensangrentados.
3 Comments:
Bueno, por lo menos un investigador serio confirma lo que todos suponíamos. Ahora, si tenemos AL SEÑOR de nuestro lado, por qué perdemos tan seguido? Será que deja que nos ganen para que no se note tanto su vuelta a la Tierra?
Vamos toda vía. Si esto de las biografías ya empezó así no se como va a seguir!!!
ahhh ahora entindo todo....El esta realmente con nosotrso y con Nuestro Espiritu....
Hossana en Ciudad, Hossana en el Microestadio...
Muy impresionante!
Yo pido que Jesus deje de mostrar que no es humano asi ganamos todos los partidos que nos quedan!!!
Vamosssssssssss, ondaaaaaaaaaa!
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