jueves, octubre 27, 2005

Biografías No Autorizadas II

Lissete Balbachán:
En esta segunda entrega de las BNAHS (Biografías no autorizadas de Handball Sociales), trataré de acercarlos al oculto mundo de esta violenta muchacha. Motivado por la cantidad inuscitada de golpes que recibe cada jugador que osa pasar dentro de su alcance de brazos, decidí indagar en su historia. Creí que no iba a tener que viajar... Iluso.
La señorita Lissete vio la luz en la ciudad de Buenos Aires a los 18 años. La mañana en la que llegó desde su Chaco natal. Su vida desde la llegada a la Capital no ha tenido grandes sobresaltos, puesto que su único interés es poder graduarse y costear lo que realmente le permitirá realizarse en la vida. Si, boxear.
Pero bueno, no es sorpresa nada de lo que les digo. Creo que todos la conocen. O todos creen conocerla, ya que ella oculta con un increíble esmero su oscuro y violento pasado.
Para develar misterios, viajé hasta Resistencia y hurgué en los registros en busca de datos sobre nuestra enigmática compañera. Lamentablemente el guardia que tenía a su cargo la custodia del Registro Civil me vio entrar y, como eran las dos de la mañana, me invitó a salir de una manera... Cómo decirlo... Bastante poco amable. El grito: "Salí de ahí o te lleno el culo de plomo, te cago la boca, me hago un collar con tus rodillas, te arranco los ojos con una aguja de tejer, te meto la macana por el ombligo y me como tu corazón a la plancha con fritas" me hizo aceptar la invitación de este servidor de la ley y alejarme del lugar hasta el otro día a la mañana, cuando el lugar estuviese abierto de verdad, y no por merced de una hermosa ganzúa.
Fui a la mañana siguiente y me suministraron datos sumamente importantes. Si, otra vez. "Al fondo a la derecha". Y claro, si alguien me pagase por hacer estas averiguaciones no tendría que dormir en plazas y mear donde nadie me vea!!! El problema es cagar, así que utilizo este tipo de maravillas de la fontanería al alcance de la mano de cualquier ciudadano necesitado. O brutalmente apurado, como era mi caso, puesto que mis esfínteres estaban a punto de colapsar y ceder ante el brutal embate de litros y litros de... Bueh, basta de intimidades. Hecho el depósito, volví al mostrador. Casi me matan. Es que no vi que se había formado una cola de media cuadra!!! Dos horas de espera y, por fin, mi turno.
Durante otra hora, la señorita (bastante fea, por cierto) que me había atendido, estuvo buscando en los archivos, hasta que la encontró y me dio cierta información. Que no era cierta, o sea, era mentira. Me dijo que Lissete, en realidad, se llamaba Raúl Gómez y era guardabosques. Yo le dije que se equivocaba de jugadora, que no era de esa sobre la que le estaba preguntado. Igula la información me sirvió, ya van a enterarse.
Tan sólo dos horas más le tomó a la rata antropomórfica encontrar datos sobre Lissete Balbachán, nacida en
Chipará, a 124,6 km de la ciudad de Resistencia, en el corazón del impenetrable.
Obviamente, era imposible averiguar datos sobre ella sin viajar hasta allí, así que me robé una moto y emprendí el viaje. Me costó llegar... No al pedo le dicen "El Impenetrable"... Mierda que era duro!! No había ni medio resquicio el cual la moto pudiera utilizar para comenzar a hacerse camino. Luego de vanos intentos por pasar, frustrados por la naturañeza, decidí "darle en la madre". Recordando una de mis series favoritas, Mac Gyver, convertí a mi moto en... Bueh, no sé para qué carajo hago tanto espamento si la transoformación es obvia. Si, la transformé en un lanzallamas. Es muy fácil y no hace falta tener ningún conocimiento especial, así que no voy a perder tempo en contarles como lo hice. Además, me tratarían de estúpido y vende humo, como cierto Psicólogo que por estos días atraviesa otra denuncia por plagio. Continúo. Una vez que tuve el lanzallamas en funcionamiento, reduje a cenizas a cuanta persona hubiera a mi alrededor. No quería testigos. Fueron 200 metros a 400ºC. Por un momento creí que no iba a logarlo, hasta que, por fin, lo logré. No me digan que esperaban algo más dramático... El fuego quema los árboles, los árboles dejan de romperme las pelotas y me permiten avanzar. Avanzo hasta que llego al pueblo. Me detengo. Mato a un par y amenazo al resto. No hay nada de dramático.
La amenaza surte un efecto inmediato y todos los habitantes de ese pueblito (bastante bonito, con calles de pasto, puesto que jamás hubo un auto... Me hizo acordar al de una película que vi no hace mucho: "El Gran Pez". Si quieren saber cómo es Chipará, miren ahí y no me rompan las pelotas) se mostraron hasta entusiastas y con ganas de ayudarme. No tardé en dar con la familia de Lissete y ahí me revelaron muchos secretos de los primeros 18 años de vida de su hija. Desde su nacimiento hasta su escape.
A partir de ahora les voy a hacer llegar lo que me contaron y voy a agregar citas de su diario íntimo, "Diarios de Motosierra", tal como ella lo intituló.
Lissete nunca fue al jardín, por lo que hizo sus primeras armas con su padre. Empezó por un hacha y terminó con una ametralladora circular con una velocidad de 250 disparos por segundo. De todas maneras, nunca le interesaron las armas de fuego. Su único y verdadero amor durante su vida en el Chacho fue una motosierra con motor de cuatro tiempos, 500cc de cilindrada y láminas de diamante reemplazando a las consabidas púas. Amaba talar árboles y, gracias a ella, la superficie libre de forestación en la que se encontraba Chipará se duplicó en dos días, coincidiendo tal ampliación con un enojo de Lissete para con quien era, por ese entonces, su novio (hoy es su mascota, puesto que un Pit Bull Red Nose no está bien visto como novio en una sociedad como la porteña). En su diario, Lissete aclara: "Hoy discutí con Guarripé. El cuadrúpedo de mierda quiere que nos escapemos de acá... Pero a mí me gusta talar árboles!! Y no solo con Pinga (NdelA: el nombre de la motosierra antes citada), todos me aplauden cuando derribo árboles con las manos!! No sé qué hacer, diario... No sé... Lo amo, pero golpear es lo mío!!!".
El día siguiente, ella escapó montando a Guarripé, no sin antes escribir en su diario: "Querido diario: es la última vez que te escribo. Me voy para no volver nunca. Guarripé me trajo de Resistencia un librito que se llama "Cómo jugar al Handball" y ahí dice que puedo seguir pegando y rompiendo cosas con las manos!! Voy a dejar a Pinga, el libro dice que no se puede usar nada más que las manos y quiero viajar liviana. Voy a jugar al handball!! Chauu!!"

lunes, octubre 24, 2005

Cuidate Liso!!

Bueno, realmente yo no quiero decir mucho. Pero sí creo, y estoy convencido de ello, que los resultados hablan por sí mismos: 18-8 ganaron las chicas si mal no recuerdo.
Con una dirección técnica impecable.
Así que cuidate y no te tomes la costumbre de irte siempre antes, sino va a peligrar seriamente tu puesto como DT.
Ja ja ja ja (y esta no es risa complice, es risa maligna)

FIN DE LA JODA

Bueh.. ahora en serio. Estuvieron muy bien las chicas, se nota que entre uds y Liso han hecho un buen trabajo a lo largo del año.
Ahora: Querer pegarle a Micaela. No, no, no, no. Muy mal eso!! Babuchi les tuvo que decir que no sean duros con ella (a pesar de que Lis se comió una pequeña trompadita en la cara por parte de la susodicha).

Ganaron las chicas, pasaron a cuartos, perdimos nosotros y pasamos igual a semis.
TODOS CONTENTOS!!!

jueves, octubre 13, 2005

Biografías No Autorizadas

No todo es lo que parece. Todos sabemos que nunca podemos terminar de conocer a una persona, y, menos aún, si esta persona tiene cosas que ocultar.
Luego de un buceo exhaustivo por las vidas de los integrantes de este equipo, creo que estoy en condiciones de hacerles llegar el fruto de tal investigación...
Las Biografías No Autorizadas de Handball Sociales (BNAHS).
Secretos, situaciones vergonzosas, sus orígenes, sus amores, citas de diarios íntimos... Lea lo que ningún jugador quiere que usted sepa... Biografías No Autorizadas de Handball Sociales.
Testimonios de amigos de la infancia, entrevistas con profesores de secundaria, anécdotas relatadas por ellos mismos capturadas por cámaras ocultas.
Léalas antes de que tengan que desaparecer de Internet!!
Biografías No Autorizadas de Handball Sociales.

Aquí les alcanzo los frutos de una de mis investigaciones.

Francisco Sosa:

A quién no le ha llamado la atención su increíble parecido con el estereotipo de Mesías de la sociedad católica moderna? Y sus providenciales apariciones siguiendo sus propias reglas? Y su estilo único de elevación-suspensión en el aire? Ese coro angelical no puede ser fruto de la imaginación, por lo que este investigador se subió a su bicicleta (a la de Francisco, puesto que yo no tengo) y pedaleó los kilómetros que lo separaban de Aeroparque para tomar su Jet privado (ahora sí el mío, Francisco no tiene) y surcar el cielo argento para aterrizar en Río Gallegos, ciudad natal de quien nos ocupa en este momento. He de señalar, también, que no fue solo Francisco quien motivó mi llegada a esta ciudad tan austral. Ya se enterarán de quién hablo en otra entrega.
Una vez que me encontré allí, en la ciudad K, me dirigí al Colegio Recontrasuperior de Artes Oscurantistas y Católicas, de donde, supuse, tenía que haber estudiado el mesiamórfico objetivo de esta investigación. Mi intuición, como es costumbre, me engañó. Los encapuchados con guadañas, hoces, crucifijos y un par de AK 47 cada uno me indicaron la salida de un modo bastante poco amable. Vayan mis cobardes maldiciones a ellos y sus familias.
Para hacerlo más simple y directo fui hasta el concejo escolar de la ciudad y revisé las promociones hasta encontrar el secundario de donde Francisco había egresado. Cuando llegué, la fachada de la escuela me erizó hasta los pelos de arriba de los dedos de los pies (también tengo pelos abajo, pero no me asusté tanto). El motivo se los develaré más adelante, no quiero adelantar nada.
Me adentré y caminé por los pasillos oscuros, iluminados por tenues antorchas ubicadas en las puertas de las aulas. La escalera que llevaba al primer, segundo y tercer piso estaba iluminada por tubos flourescentes de diversos colores, lo que contrastaba con el lúgubre pasiaje del pasillo, pero no le daba un aspecto más amigable por eso.
"Preceptoría" rezaba el cartel ubicado sobre la mayor de las puertas. 5 metros de altura para una intimidante obra de arte de las aberturas. La empujé usando todas mis fuerzas, pero desistí de mis intentos luego de la segunda hora de forcejos inconducentes. Miré hacia mi derecha y vi un cartel que me permitió entrar: "Tire".
El ambiente de la preceptoría era comparable con un laboratorio europeo o con el cuarto subsuelo del pentágono, con sus paredes tapizadas de computadoras y fetos extraterrestres enfrascados y mantenidos en formol. Eso sin contar el corral lleno de ovejas clonadas, un hamster de increíbles proporciones, una mosca refutando la teoría de la relatividad y un póster de Benedicto XVI.
Me acerqué a un escritorio y me bastó con pronunciar el nombre "Francisco Sosa" para que todo se detuviera en el acto, puesto que tengo una pésima costumbre de cruzar mis piernas sin mirar dónde las tengo apoyadas, por lo que desenchufé todo. Una vez arreglado el pequeño incidente, no sin tener que lamentar la muerte de cuatro ovejas y la de la mosca patilluda, las miradasde todos los que se encontraban ahí se mantenían fijas en mí. Y no por la patada que le había asestado al enchufe ni por el enorme grano que se ubicaba por aquellos días en mi frente. La sola mención de quien nos interesa en este momento hizo que todos no pudieran ocultar cierto nerviosismo. Utilizando mis años de experiencia (intenté convencerlos de buena manera, pero tuve que llegar a agredirlos físicamente y hasta tuve que matar a la directora del establecimiento cuando quiso llamara a la policía), logré que ellos compartieran conmigo los sucesos que habían compartido con "Él", puesto que así lo nombraban. Y mis sospechas al entrar al establecimiento se desiparon por completo, para dar paso, como siempre, a nuevos interrogantes.
Me explicaron que un día entró a la secundaria y nadie tenía ningún tipo de información sobre su pasado. Entró caminando tranquilamente, sin preocuparse por la hora, puesto que ya venía mostrando su increíble capacidad para llegar tarde a cualquier lado. Le tomaron un exámena para saber qué nivel de instrucción tenía y así saber en qué año debía estar Él para comenzar a cursar. Comenzó en quinto año y recién en el último trimestre para que conociera a sus compañeros antes de egresar. Su sabiduría aprecía infinita y sus aptitudes deportivas eran inmejorables, puesto que era capaz de correr a velocidades increíbles.
"Llegó a correr sobre el agua" acotó un hombre, al que supongo el secretario de la escuela, sin dejar de amacarse nerviosamente en su silla y encendiendo el octavo cigarrilo desde mi entrada a aquel recinto (10 minutos atrás).
Sus excelentes calificaciones y su físico increíblemente ágil y poderoso no hacían más que complicar mi trabajo, el de aclarar los orígenes de este (cada vez más) enigmático personaje. Pedí que me dijeran dónde podía hablar con alguien más que supiera cosas de él y me dieron la dirección que Él había dado al llegar a inscribirse. Grande fue mi sorpresa al llegar al lugar, el 666 de la calle Odnum Le Aranimod Natas, y no encontrar otra cosa que una Iglesia. Justo llegué cuando el Obispo Buccolini estaba de visita, lo que facilitó mis averiguaciones. Simplemente tuve que esperar que los chicos del jardín de infantes "La Monja Alegre" salieran del confesionario (eran unos 20 chicos y, por lo que llegué a dilucidar, debían ser grandes pecadores, porque estaban cerca de media hora cada uno) para disponer del tiempo de unos risueños sirvientes del Señor.
Pero otra vez la mención del nombre de mi investigado llegó un silencio sepulcral y una oscuridad repentina. Yo y mi maldita costumbre de patear cables y preguntarles a los vitreaux. Me dirigí a los Sacerdotes de verdad y formulé mi pregunta. "Al fondo a la derecha" fue la respuesta y yo por fin pude evacuar mi vejiga que amenazaba con estallar.
Volví al altar y al divisar a otro contingente de estudiantes, esta vez de primer grado de la escuela "Vestal Lust" , apresuré mis averiguaciones y les pregunté qué sabían de Francisco Sosa. Y el Obispo me apartó y me dijo que no debía andar preguntando sobre Él a cualquiera, puesto que mucha gente todavía le tenía miedo y que por eso lo habían expulsado de la ciudad. El Obispo habló conmigo por 10 minutos y aclaró todas mis dudas y pude, por fin, dedicarme a investigar al otro integrante originario de aquella ciudad.
Antes de cerrar este realto, obviamente, he de compartir con ustedes lo que me dijo el Obispo y asociarlo con lo que vi al entrar en su escuela, en su secundario, en ese crucifijo vacío, en el que solo quedaban las estacas desde aquél día en que Francisco entró a la escuela con sus manos y pies ensangrentados.